El Tren Maya mueve poco más de dos mil 400 pasajeros cada día, lo que representa apenas el 30% de la meta oficial de 8 mil 200 traslados diarios fijada al inicio del proyecto ferroviario. Esta baja afluencia cuestiona la viabilidad de la obra más costosa de la administración de Andrés Manuel López Obrador.
Las cifras, registradas desde el inicio de operaciones en diciembre de 2023 hasta agosto de 2025, indican que el sistema ha trasladado a un millón 504 mil personas, cantidad muy por debajo de lo esperado para una infraestructura que absorbió 544 mil millones de pesos del erario.
El déficit de usuarios también ha implicado un gasto operativo insostenible, pues actualmente se reportan pérdidas diarias de 7.1 millones de pesos. Ante ello, las autoridades han planteado que solo con el transporte de carga podría alcanzarse un equilibrio financiero hacia 2030.
La baja demanda ha sido atribuida, entre otros factores, a que el tren aún no recorre la totalidad de los tramos anunciados, a retrasos en la entrega de nuevos convoyes y a las tarifas que, en trayectos largos, alcanzan los 4 mil 521 pesos para turistas extranjeros en clase premier.
El gobierno federal insiste en que el Tren Maya no es un “elefante blanco”. La presidenta Claudia Sheinbaum ha reiterado que con la apertura de nuevas rutas y campañas de promoción turística se espera un repunte en la ocupación. Sin embargo, hasta ahora, los números muestran una distancia considerable entre los objetivos planteados y la realidad de los pasajeros transportados.
Mientras tanto, la obra continúa operando a lo largo de mil 554 kilómetros que cruzan cinco estados del sureste, con estaciones en zonas turísticas clave como Cancún, Tulum, Valladolid e Izamal, en Yucatán. A pesar de esa conexión estratégica, la afluencia no corresponde al potencial turístico que se prometió durante su planeación.