El gobernador de Texas, Greg Abbott, firme aliado del expresidente Donald Trump, respaldó este miércoles la propuesta de deportaciones masivas planteada por el mandatario electo y enfatizó que las expulsiones comenzarán con migrantes con antecedentes penales.
Un plan de deportación masiva impulsado por Trump
Donald Trump, quien aseguró su regreso a la Casa Blanca al derrotar en las urnas a la vicepresidenta Kamala Harris en las elecciones del pasado martes, hizo de la política migratoria uno de los pilares de su campaña. Durante sus actos proselitistas, el republicano prometió expulsar de Estados Unidos a los más de 11 millones de personas que viven en el país sin un estatus legal.
«Trump hará lo que casi todos los estadounidenses consideran necesario: empezar con los criminales que están aquí», declaró Abbott en una rueda de prensa celebrada en la ciudad de Tyler, cerca de Dallas. En sus declaraciones, el gobernador texano dejó claro que la propuesta de Trump prioriza las deportaciones de individuos con antecedentes penales y después, de manera progresiva, se extendería hacia otros sectores de la población migrante.
Deportaciones en fases y la invocación de una ley histórica
Abbott señaló que Trump ha sido «perfectamente claro» en que las deportaciones seguirán un proceso gradual: «Comenzarán con los criminales, y una vez finalizado ese enfoque, observará otros grupos». Además, Abbott reafirmó el compromiso del nuevo mandatario con esta política migratoria, que en su opinión responde a los deseos de la mayoría de los ciudadanos estadounidenses.
Para llevar a cabo su plan, Trump ha planteado recurrir a una ley de 1798 que se utilizó en tiempos de guerra, una estrategia que hasta ahora no se ha aplicado para cuestiones migratorias. Este recurso legal permitiría implementar una serie de medidas excepcionales para expulsar a quienes se encuentran en el país sin documentación, generando una polémica de alcance nacional e internacional.
Costos y desafíos de una deportación masiva
Sin embargo, la ejecución de un plan de deportación masiva enfrenta no solo obstáculos legales, sino también un significativo reto logístico y económico. De acuerdo con un reciente cálculo realizado por el Consejo de Inmigración Estadounidense (AIC, por sus siglas en inglés), el costo estimado para deportar a 13 millones de personas podría ascender a 315 mil millones de dólares, y el proceso se extendería durante más de una década.
Esta cifra contempla gastos operativos y de seguridad, así como recursos para asegurar la logística de las deportaciones en masa, lo cual podría ejercer una presión considerable sobre las finanzas y los recursos de la nación. Los analistas destacan que la implementación de esta medida no solo enfrentará una resistencia considerable en varios sectores de la sociedad estadounidense, sino que además tendrá un impacto profundo en las comunidades de migrantes y en la economía del país.
Un panorama electoral que respalda a Trump
En la contienda electoral, aún con el escrutinio pendiente en estados clave como Arizona y Nevada, Trump cuenta con 295 votos del Colegio Electoral, mientras que Harris suma 226, quedando muy lejos de los 270 necesarios para asegurar la presidencia. Este avance en votos electorales apunta a una clara ventaja para el republicano, quien logró conquistar estados tradicionalmente demócratas.
A pesar de las predicciones de una competencia cerrada, Trump logró arrebatar a los demócratas los tres estados que conforman el llamado ‘muro azul’: Wisconsin, Michigan y Pensilvania. Además, se prevé que obtendrá amplios márgenes de victoria en los siete estados considerados decisivos en esta elección. Esta tendencia, sumada a la proyección de una posible victoria en el voto popular, consolidaría el respaldo hacia el republicano. Según el recuento de la agencia Associated Press, Trump se sitúa con un 51% de los votos populares, superando a Harris, quien alcanza el 47.6%, lo que representa una diferencia de aproximadamente 4.7 millones de votos.
La victoria del republicano y sus propuestas en materia migratoria auguran una serie de cambios profundos en la política de Estados Unidos, especialmente en lo relativo al tratamiento de la población indocumentada. La implementación de su plan de deportaciones podría transformar el escenario migratorio en el país y reconfigurar las relaciones internacionales, particularmente con las naciones de origen de millones de migrantes.